Álvaro Soriano

Montnegre - El Rio Construido

El Montnegre no tiene un origen exacto. El río, a diferencia de otros, nace por una decisión administrativa: una intervención que ordena el territorio mediante la construcción de un pantano, domando una rambla irregular y transformando una tierra árida en espacio irrigado. En torno a la nueva presencia del agua se organiza la huerta, se asienta la población y se segmenta el territorio, generando una relación intensa entre naturaleza, 
arquitectura y vida.
Sin embargo, la trascendencia utilitaria de este enclave acaba por desvanecerse. Las prioridades se desplazan, la tierra adquiere nuevos usos y la huerta pierde la centralidad. Y el río comienza a ocupar un intersticio ambiguo, dejando de ser rural, sin llegar a la condición de urbano. Es un no-lugar, relegado a un segundo plano, despojado de función y significado. Con el desarrollismo llegan nuevas infraestructuras, que conviven con el lecho del río. Siempre a espaldas una de otra, ignorándose mutuamente. El Montnegre queda como un vestigio -no oculto, pero sí inadvertido- en el mapa de la memoria.
Las capas se acumulan, y las funciones pasadas persisten como ruinas silenciosas. La naturaleza avanza, reclamando lentamente lo artificial. El silencio se impone, tan solo interrumpido por la ocasional presencia del agua. El Montnegre se convierte, así, en una suerte de mobiliario olvidado: un artefacto desprovisto de propósito, que permanece en el rincón de un territorio en transición.
Experimentar este lugar implica enfrentarse a la sensación de extrañeza, de abandono y de belleza inesperada. El río expresa la permanencia de la memoria y, a la vez, la fragilidad del sentido. No es un entorno perecido, sino una frontera entre la relevancia y el olvido, un viaje del centro a la periferia.
En los espacios desplazados por el progreso podemos sentir el temor latente a la irrelevancia, el tránsito inevitable de la vida hacia la muerte. En su contemplación, queda la duda del valor de aquello que, aun privado de función, sigue siendo capaz de desafiar al olvido. Un monumento a lo que fuimos. 

Sobre el artista:

Nacido en Alicante en 1988, Álvaro Soriano Pastor inició su trayectoria profesional como jurista. Tras varios años ejerciendo en el ámbito legal, decidió dar un giro radical a su carrera para dedicarse plenamente a la fotografía.
Este cambio de rumbo le ha permitido enfocar su trabajo artístico en el diálogo entre pasado y presente, situando la fotografía como una herramienta de investigación y pensamiento crítico sobre la realidad y su representación. 
Su formación multidisciplinar enriquece una mirada que busca trascender lo meramente documental. 
Interesado en el análisis de los paisajes culturales y la construcción de las identidades colectivas, explora cómo los relatos, la memoria y los espacios se entretejen y configuran la experiencia humana.
Su obra, concebida como ensayo visual, investiga la fragilidad de conceptos como la verdad, la tradición y el sentido de pertenencia, construyendo una atmósfera que cuestiona las narrativas heredadas y revela los límites de historia, geografía y sociedad.